—¿Conoce usted esos días en los que se ve todo de color rojo?
—¿Color rojo? Querrá decir negro.
—No, se puede tener un día negro porque una se engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué.
Hay momentos en los que un hombre tiene que luchar y hay momentos en los que debe aceptar que ha perdido, su destino, que el barco ha zarpado, que solo un iluso seguiría insistiendo.
Dios es un niño malo sentado junto a un árbol con una lupa y yo soy una hormiga. Podría solucionarme la vida en cinco minutos, pero prefiere quemarme las antenas y observar cómo me retuerzo.